sábado, 3 de enero de 2015

esquina

a veces quiero dejar de escribir aquí. pienso en no hacerlo más, en abrir otro blog, en empezar tantos cuadernos como haga falta hasta encontrar el camino adecuado. esta manía de abandonar a la mitad y este cansancio de querer hacerlo, pero no saber cómo. cómo seguir o colocar más piedras o volver hacia atrás. quedarme quieta.

este año 2015 es el primero en mucho tiempo que no paso el día uno encerrada en casa, demasiado asustada con la idea de que algo se acaba y algo empieza, con esta ridícula convención humana de girar en círculos. he ido al cine y visto una película que me ha sabido a infancia, a la niña que yo era a los once años y que sigo siendo. que quizá sea más ahora.

antes empezaba agendas, concertaba planes y hasta escribía listas de propósitos. no cumplía ninguno, o cumplía una parte, o medio cumplía cosas que luego se me olvidaban. al año siguiente tenía muy poco claro qué había decidido, salvo comprarme la autoayuda a plazos.

me parece que la única manera de hacer las cosas es hacerlas. como cuando decidí salir de ahí. como cuando me cambié de carrera. como cuando intenté currar y pude currar. como cuando me fui sola a alemania por primera vez, y por segunda vez, y por tercera vez. como cuando me pasé la heteronormatividad por la curva de las botas y le busqué un uso distinto a las camisas de fuerza. como cuando no quise seguir aprendiendo y aprendí más. como cuando no quise volver a escribir. como cuando no quise volver. no volver. volver a escribir. volver a aprender. volver a ser capaz de hacer las cosas.

tengo un vuelo muy temprano, tengo ganas de vivir, tengo mucho frío si se me rompe la mañana. tengo proyectos. tengo ganas de ver a las personas que tienen ganas de verme. tengo ganas de coger ese avión. tengo fuerza para irme, para irme otra vez.

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