sábado, 25 de octubre de 2014

esto va sobre mí

me fascina la inmediatez de las palabras
la violencia de las pasiones
la certidumbre
detrás
de decir
algo
por eso cuando leí una novela japonesa
seria y dura
por primera vez
no entendí esa no consecución
esa calma
ese dolor frío
bajando por la nuca
ese dolor como una mano
abriendo la tráquea
desde el fondo
último
del cuello
lo que quiero decir
es que en el libro
había de todo
había colores había nenúfares había un paisaje
estético había una mujer madura había una prostituta
hermosa había un hombre malvado había un bebé
había un cuerpo perlado de sudor
en un traje de baño
de los estados unidos de américa
había
muchas
infidelidades
había promesas y cuencos de té y el monte fuji
sin embargo
no había violencia
nada llevaba
a nada
nadie levantaba la voz

nada llevaba
a nada

*   *   *

me interesa la consecución posible
el engranaje
desencajado
los actos que no he sabido llevar a término

esta interrupción en la línea

bip sobre bip
material(ismo)(ista)
bip bit bitcoin

*   *    *

entre los meses de octubre y diciembre de 2013
no leí libros
porque me daban miedo las palabras
entre los meses de enero y marzo de 2014
no me corrí nunca
porque me daba miedo
mirarme a los ojos
en marzo volví de parís
entre los meses de abril y septiembre de 2014
me daba miedo escribir la historia
de mis fracasos
y me quemé
los dedos
para no volver
para no volver
a verte

*    *    *

esta poesía cercana
maleable
y dócil
no es la mía

lo que tengo dentro
es una rama seca
sin género
sin respuestas
a la única pregunta
posible

*    *    *

y si todo lo que he querido ser
significase solo
la proyección
de los sueños que otros han tenido
y si mi piel se volviera transparente
y si se me cayesen los dientes
como en los sueños
que no me dejan dormir
si se me cayesen los dientes
uno a uno
la sangre resbalándome por la barbilla
como en los sueños
que no me dejan dormir

entonces
todos verían
la soledad del lobo
la soledad del lobo
la soledad del lobo
herido

*     *     *

las ballenas
yacen
en el lecho del océano
y sus hijos
les besan
la frente

dame valor
papá
dame valor
para verte
dormir

*     *     *

no quiero ser capaz de nuevo
concentrarme como antes
decir como antes

lo que ha de volver
volverá despacio
y los huesos se me enderezarán un día
las pupilas brillarán otra vez
la memoria será capaz
de retenerme

*     *     *

las cosas que me salvaban hace años
han vuelto a salvarme
hoy

*     *     *

la única manera que tengo de perdonarme
es acoger a los demás
en el vientre
todo vuelve al estómago
el mundo entero es estómago
digiriendo
la vida

*     *     *

nunca fui capaz de construir vías en las venas
fueron siempre otros
de blanco
en habitaciones insoportable
mente blancas
quienes precisaron la carne
quienes hundieron el metal
quienes transformaron mi cuerpo
en esta red de capilares
vuelta hacia fuera

*    *     *

no puedo solucionar el desastre
no puedo leer tan rápido como antes
no puedo sostener miradas
pero
puedo correr sin cansarme
puedo cuidar de animales que no tienen casa
puedo hacer teatro

*    *    *

mi pecho
está cien por cien
libre de cáncer

gardel en el quirófano

*    *     *

cuando llegue diciembre
me raparé
el pelo

martes, 21 de octubre de 2014

muertos

no se me va a olvidar nunca
la imagen en el tren
el corsé blanco bajo el vestido
los parques de compostela
que aún no conocía

no se ve me va a olvidar nunca
y estoy tan agradecida
de que fuese así
estoy tan sinceramente
agradecida
de que fuese así

haberme visto los ojos
en casa de blake
haberte arrancado los ojos
masticando
despacio
el jugo tan seco
la carne sin agua
las palabras vacías

quemamos los parques
y aprendí a tomar decisiones
a soltar responsabilidades
de la peor manera posible

hay tantas cosas que ya no se parecen entre sí

me cuesta determinar la desconexión
el miedo a la dependencia
el reflejo en violeta
no tener tiempo nunca y encontrarlo siempre
morirme de miedo
a volver
a ser
la misma
el mismo

las canciones que deberían haberme enseñado
a sentir o a querer
se quedaron en una anécdota
de hace varios siglos
y me faltó siempre
la pasión
la necesidad
de engancharme
la capacidad
para engancharme

yo nunca fui capaz de dejarlo todo
de venderte la vida
de venderte mentiras
de dejarme caer
por ti
y sin embargo
me caí tanto
para sujetarte

al final
me he quedado sin figuras
metáforas sobredimensionadas
cubriéndome los dedos
y ya no se me da bien escribir
sobre hospitales sangre pulsaciones
metal frío
porque me siento
minúscula
e irrelevante
cuando perfilo
las vías
en las venas

tengo
tanto
miedo
de volver
a ser
la misma
el mismo

este proceso tan doloroso
y limpio
ir bajando el bisturí por las costuras
que todavía sujetan
tu cuerpo inerte
tu cuerpo que ya no puede lastimarme
como una cáscara vacía
una oruga hipertrofiada
a la que se le haya olvidado la primavera
cada
puntada
que corto
me duele bajo las costillas
me abrasa la pulpa azul
de los huesos

no puedo detenerme un segundo
no puedo mirar adelante
ni atrás un solo segundo
si quiero arrastrar
esta cáscara vacía que eres
hasta el borde de la casa
hasta el alféizar
de las ventanas que he conseguido abrir
en el borde de la casa

describo el espacio
de tus manos-cadáver
de tu sombra-cadáver
que es la imagen de lo que yo fui
una vez
muchas veces
(defino palabras de marguerite
yourcenar:
tus manos
salvando mundos)

el hilo que me sujeta a la imagen
de quien fui
es más tenaz
que mis manos
y hundo los dedos en las costuras
hundo los dedos debajo de la piel
para arrancarme así
de mí
mutilando mi cuerpo con mi cuerpo
mordiendo la extensión
roja
del vientre

avanzo
hacia el equilibrio

donde he cortado
apoyo los dedos
donde he arrancado
cierro la herida
donde he quemado
acaricio
en silencio

vuelvo
a mí
y construyo
un yo
donde
existamos
todos


lunes, 20 de octubre de 2014

tengo pelos en las piernas

Dejé de depilarme porque me apeteció hacerlo. Siempre he sido una persona bastante peluda y, de hecho, durante la adolescencia tuve vello en sitios poco usuales para un cuerpo diagnosticado como femenino. Sí, se rieron unas cuantas veces en el vestuario y sí, los días antes del verano parecían una agonía. Una agonía minúscula, difícil de identificar. Una agonía común, con su dosis de humor y sus propios mitos. Pero esto no es un texto sobre mi yo de catorce años eligiendo entre la cuchilla o la cera. Tampoco un recuento de las veces que me miré al espejo muy preocupada por si se me notaba algo entre el bikini y los muslos. No. Esto va de que dejé de depilarme porque me dio la real y soberana gana de hacerlo.

Dejé de depilarme hace ya más de un año. No le di mucha importancia. Me parecía, no sé, que pasar de melena a pelo cortito por las mejillas era un cambio más llamativo. Alguna vez me sentí tensa al ir a la playa, pero después se me pasaba con el agua y la arena caliente. Claro que era consciente de mi cuerpo y, al principio, se me hacía raro verme las piernas peludas y que no pasase nada. No estaba muy segura de gustarme más o menos que antes. Solo estaba segura de eso, de que no pasaba nada.

Lo que yo intuía, pero no me esperaba del todo, era que la gente tuviera tanto que decir sobre si pasaba algo o dejaba de pasar. Me han parado más de una vez en la calle, se han reído de mí y me han señalado. Me han preguntado por qué llevo las piernas así, me han dicho que quiero parecer un hombre y, por supuesto, me han comentado que estaría mucho más guapa sin mis pelos. Me han insinuado que intento llamar la atención y que no se puede ser tan radical. Que me decida. Que los pelos no quedan bien con vestido y calcetines de gatos.

No me sorprende que alguien reaccione, pero sí lo hace la naturalidad con la que la gente se ve en posición de juzgar. Claro que con la gente no me refiero a todo individuo que me he cruzado en estos casi dos años; basta con que una persona se sienta legitimada a actuar así. Y no ha sido solo una, por supuesto. Ni dos. Ni tres.

A mí me importa una mierda todo el discurso sobre la sociedad libre y democrática en la que vivimos. Mejor dicho. Pausa. Respiro. No me importa una mierda, me quema la piel y me saca de mí. Claro que somos libres, libres de escoger uno de los modelos preestablecidos que se compran-venden. ¿Para qué se necesitan leyes que coarten, cuando el resto de la sociedad actúa como un organismo represor, cuestionador, imagen-espejo del poder? Yo soy perfectamente libre de salir a la calle con mis piernas peludas, pero me intoxicaré a ver fotos de mujeres con la piel lisa, a leer anuncios sobre los mejores sitios de depilación y a enfrentar miradas escépticas. Todos los referentes que la realidad (construida) me vomita en la cara son contrarios a la imagen que proyecto.

Y no me da la gana. No me da la gana de consumir mi cuerpo como si fuera un producto externo a mí. No me da la gana de morirme de ansiedad o de no ir a la playa o de no ponerme mis faldas favoritas. No me da la gana de aguantar los anuncios de Veet, aterrorizándome con la idea de que mi chico me deje después de darse cuenta de que no estoy depilada y que me he convertido en su peor pesadilla, un marica gordo y peludo. No me da la gana de tragar con las preguntas sobre por qué llevo ropa adorable y (clasificada como) femenina, si tengo vello de chico. No me da la gana de ser protagonista de un chiste o de que alguien teorice sobre mis problemas hormonales. No me da la gana de que minen mi autoestima o me hagan sentirme menos guapa, deseante, deseable, deseadora de toda la vida que se me ponga por delante.



Mis pelos son mis pelos. Edición limitada, suaves y totalmente inofensivos. No tengo que explicarme ni disculparme ni argumentar en favor de ellos. Yo decido si se quedan sobre mi piel o no. Todas decidimos si se quedan sobre nuestra piel o no. Y cualquier juicio sobre eso, cualquier intento de ridiculizar o restar valor, no deja de ser una intromisión sobre el cuerpo, una forma más o menos sutil de violencia.

lunes

desde que estoy aquí y no en otra parte, no en un lugar abstracto e impreciso, dibujo ritmos. ritmos constantes, a veces claros. los días de actividad extrema, las noches sin dormir, el aire. y luego estas horas. las.horas.aquí. caerse con el sol. esta paz, este olor a nuevo. la luna en el soho.

domingo, 19 de octubre de 2014

italia



he dormido menos de cinco horas estos dos días
he visto el cielo
blanco
las hierbas en el tobillo
el sol la lámpara distorsionada sobre el cielo
blanco
nunca vuelvo a ninguna parte
pienso lo que comienza

jueves, 16 de octubre de 2014

genova

si llueve en genova
saldremos a que el agua
   el agua-radiación
   el agua-cadáver
nos limpie la piel
y nos raspe
despacio
los huesos

si llueve en genova
morderemos la pulpa ácida
de la fruta que no supimos recoger
chuparemos
despacio
la sangre

si llueve en genova
nos dormiremos con los ojos abiertos
haremos del desastre una exhibición
y lo haremos
despacio

no necesitamos llegar a ninguna parte
ya estamos en alguna parte

a veces pienso el número de personas bajo
el nos
la posibilidad
de violar el poema

si llueve en genova
beberemos granizo de colores
que nos congele
la garganta

domingo, 12 de octubre de 2014

ver

Escribo poco porque cada vez escucho más y en este proceso de recibir se me hace terrible condenar algo a las palabras. Estoy descubriendo una parte de mí animal e intuitiva que me había dejado olvidada en alguna parte, en alguna esquina. Así que miro, oigo, palpo a oscuras, huelo y mastico, muerdo en silencio la vida, vuelvo a la vida.

Cuando me despierto por las mañanas y la luz es casi naranja, un haz inmenso en el ventanal para el que no puedo hacer o comprar cortinas. O cuando abro los yogures de vainilla que son verdaderamente de vainilla, con el polvo flotando sobre el blanco. O cuando cojo la bici y el olor industrial de los tranvías me golpea la cara. Leipzig huele al este de Berlín, huele un poco a Friedrichshain si se hace de noche.

Ya no me cuesta tanto entender las palabras. A veces, al leer un anuncio o un texto en la calle, lo asimilo simplemente, sin preguntarme si está en alemán o en inglés. Pero. Y este es el gran pero. Pero las cosas se vuelven más difíciles cuando me encuentro un texto del que desconozco el vocabulario, el contexto, la estructura sustentante que arma las palabras. Todo el tiempo así con el periódico. Leo los artículos de cultura y política como un rayo, pero no entiendo nada en economía y salud. No pasa nada. O sí. Pasa que me hace feliz aprender cada día.

No sé si viajo, pero estoy segura de que no soy una turista. Estoy segura de que a veces viajo, al menos por dentro.  Me siguen abrumando los grupos enormes de gente y la esquina de meditar, esa imagen tan torturada por el hype, no es una esquina sino un parque enorme.

La vida se siente así.

Dentro de una semana estaré en un bus de vuelta y jamás me ha gustado volver. Italia me habrá besado los párpados antes de dormir, aunque no me dormiré, aunque me quedaré siempre despierta. Habré visto las fuentes y habré follado en un ático precioso de Genova. Es muy raro tener ganas de follar otra vez, después de los meses tan complejos. Es muy raro sentirse tan deseosa de vivir. Hoy me he despertado con hambre, hambre de la que te nace en el fondo del vientre, hambre de consumir y crear. Las cosas me importan. Cada vez me tocan, me atraviesan más. Y me entran ganas de follar, de gritar de rabia, de haceros una bufanda a todos, de vestirme de hombre, de leer a Bataille en la plaza del ayuntamiento con mi ridícula fonética alemana.

Hace un año no me había imaginado que las cosas estarían así, que tantas personas me sostendrían, que me sentiría tan libre. La única rebeldía posible vuelve a ser tener ganas, sumar siempre, hacer siempre. Estoy tan feliz y orgullosa de mi cuerpo cuando responde, cuando se dobla, cuando corro los parques del sur y llego a los puentes sudorosa, cuando me corto el pelo muy cortito. Mi cuerpo responde. Mi cuerpo es una máquina perfecta y equilibrada sobre la que nadie va a venir a exhibir su moral.

Ha sido empezar a pensar en mí misma de una maldita vez y entrarme las ganas salvajes de tenderme a lxs demás. Ahora escribo muchos correos aunque mis amigxs no estén cerca, pregunto a la gente cómo está cuando siento que quiero hacerlo, no me quedo esperando. Cuanto más me vuelvo hacia mí, más capaz me siento de ir al centro de animales o pasarme a colaborar con una de las asociaciones que hay aquí. No me siento obligada a cuidar o sujetar, no me siento la madre de nadie, no me siento, en definitiva, necesitada de pagar con afecto y preocupación para sentirme valorada o capaz. El afecto se me sale, se me multiplica y más que (pre)ocuparme, me ocupo, me lleno de actividades y me vuelco a las cosas que me parecen importantes.

Hay una palabra en alemán para decir conexión, vínculo o relación que me encanta. Verbindung. Hurgando en las raíces y la estructura de la palabra, me engancho a un verbo, el verbo binden. Lo he visto traducido de mil maneras distintas, con mil connotaciones distintas. Binden sirve para atar, retener, trabar o incluso establecer un contrato. Pero también es unir, combinar o vincular. No quiero que se me olvide nunca.

miércoles, 8 de octubre de 2014

la vida

la primera vez que cogí un tren sola
tuve miedo
billete sencillo coruña-santiago de compostela
el 14 de septiembre de 2011
perdí dinero al no saber utilizar
los descuentos
de estudiante

desde entonces
duermo sola en aeropuertos
no me quito nunca
las botas de clavos
no me quito nunca
las botas
como una lágrima delicadísima
en la curva 
de tu pecho

no tengo grandes tragedias de las que hablar
porque la vida es ahora
ha sido siempre
un fluido inexacto
en las muñecas
y a veces
preciso
las dimensiones del desastre

aquí la vida son cafés enormes
carreras en el parque 
cuando llueve muy fuerte
supermercados a punto de cerrar
hombres sumisos
con los ojos
como mundos
aquí la vida son moratones en las piernas
al caerme de la bici
buses nocturnos a polonia
direcciones en google maps
noches de aeropuerto
aquí la vida son palabras difíciles
acentos japoneses
música folk
bolitas de falafel con zanahoria
aquí la vida se parece al gel de vainilla
se parece a mi infancia
se parece a la persona que siempre
he querido
ser

día 30

me extiendo
sobre el eje mismo de las corazas
que ya no necesito
para seguir viva

martes, 7 de octubre de 2014

joyeux anniversaire

lo que más me molesta de estos años
es no haber aprendido a escribir
bien
quiero decir
a poner las comas en su sitio
y llegar a alguna parte con las palabras

me siento en la curva del río
y pienso
ideas vagas

pienso
por ejemplo
en repartir invitaciones
para vivir la precisión del escalpelo
junto al pezón
para vivir
me explico
el peso de las cicatrices
las mañanas blancas de enero
al fin
sin piel

suelo decir que estoy bien
suelo ser experta
en acumular días
solía saber cómo utilizar
las palabras

desde hace un año
las cosas
no acaban de encajar

hay personas fantásticas
una historia fantástica
una trayectoria fantástica
pero falta
quizá falta
quizá sea posible
no niego eso
y la coherencia que ya no imprimo
a mis actos

aprendo otras lenguas
para desaprenderme a mí
para des-mecanizarme
des-intoxicarme
de las palabras que me conforman

pero las cosas
aún así
no han vuelto a ser las mismas

el sentimentalismo como la última imagen
de la adolescencia
la vulnerabilidad aprendida
todo lo que quise decir
en la playa del orzán
la última noche de septiembre

nunca había definido así el espacio de las costillas
está bien así
¿está? ¿bien? ¿así?

reviso en silencio
lo que escribí hace meses
hace años
quizá
y descubro la intuición del dolor
más precisa
que el dolor en sí

agradezco el dolor intuido
levanto los brazos

lo saludo
en silencio

porque cuando supe dimensionar el dolor
cuando abrí los ojos
bajo la lluvia finísima de porto
y grité
[es posible
que gritar
sea excesivo]

el dolor que intuí
los poemas abandonados en españa
todas las noches durmiendo en el hueco de tu hombro
y el miedo que me enseñaste
a tener
el miedo a las cosas grandes
a las cosas pequeñas
el miedo como un espacio infinito
ramificándose
dentro de los pulmones
una red de capilares
a la inversa

la hipoxia

el miedo que aprendí a tener
como se aprende a ser una señorita
a follar pidiendo permiso
a no ser muy ruidosa
a depilarse antes de que llegue el verano
a bromear sobre las lesbianas
a cometer locuras adolescentes
para morirse de aburrimiento
después

si hubiera aprendido
a decidir
¿quién sería ahora?
¿donde viviría?
¿tendría otras palabras en la boca?

sin embargo
he llegado a alguna parte
y ha sido solo la tensión
la oposición tenaz
al miedo
la que me ha traído aquí

y desde este punto
puedo ir a cualquier parte

¿quién sería ahora
sin el dolor intuido
sin la confirmación
sin la negación
violentísima
del miedo?

las palabras de los demás
no funcionan
igual que las mías
hay un espacio distinto entre las paredes
que no puedo tocar
intento alcanzarlo con las palabras de los demás
pero no funcionan
igual que las mías

eso ya lo he dicho

he dicho ya tantas cosas
he vivido ya tantas vidas
he descubierto tantas posibilidades

pero no he sabido callarme
no he querido callarme
nunca

jueves, 2 de octubre de 2014

me parece necesario entusiasmarse con la vida.

tengo una bici nueva
me he duchado escuchando Die Ärzte
no hace frío y es octubre
he comido tarta de cereza
hemos hablado de la muerte
los ojos de E. sonreían

es fácil entusiasmarse con la vida

miércoles, 1 de octubre de 2014

de noche

Tuve un acosador a los diecisiete años. Fue un verano largo, casi dos meses y medio. Fue una palabra. Nunca pasó nada grave, pero pasó algo extremadamente grave, algo extremadamente llamativo. Es decir. Pasó. Pasó que un tío me acosó durante casi tres meses cuando yo tenía diecisiete años.

Cada vez que llego a una ciudad nueva, me siento intimidada y tranquila al mismo tiempo. Huelo las calles, toco las hojas y veo las bicicletas cruzarse. Es difícil, o no, acostumbrarse a los espacios y las horas. Aquí anochece a las siete y las mañanas empiezan muy rápido, sin avisar. La gente come temprano y no te mira si llevas el pelo azul.

En mi barrio hay mucha población inmigrante, o eso me dicen a veces cuando comento dónde vivo. Yo también soy inmigrante, aunque tenga la piel muy blanca y hable un alemán aceptable. Pero no basta con eso, supongo. En mi barrio hay gente de fuera y gente de dentro. Es un barrio seguro. Cuando se hace de noche pasan pocos coches y hay farolas brillantes que no te dejan perderte. Hay edificios, pintadas, contenedores, escuelas y personas. Mi barrio es un barrio normal.

Mi cuerpo es un cuerpo normal, normativo o no. Un cuerpo que no me apetece cambiar ni esconder. Y últimamente me siento muy segura cuando camino por mi barrio de noche. Piso fuerte con las botas y pienso que el miedo no puede quitarme lo que yo no esté dispuesta a entregar. Mi cuerpo ocupa un espacio y significa, se dimensiona, camina y tampoco tiene miedo. Aquí la gente no te mira mucho, pero te dice la hora y grita Fahrrad! cuando está oscuro y es posible que no veas la bicicleta.

Hay algo lento y extraño en no tener miedo. Hay algo de rebeldía en no tener miedo.