camino
una hora en atenas y ya he comprendido la ciudad como la última imagen de la melancolía. si decidiera suicidarme, lo haría aquí -digo a los quince años-; si algún día decidiera suicidarme, lo haría aquí, bajo este sol y con este frío de febrero y estas piedras-símbolo mirándome. pero no quiero suicidarme.
es extraño vivir en una época donde las palabras-símbolo, las fronteras-símbolo, ya no significan. el faetón de mis once años y el ingenio -¡ingenio!- de alcibiades quedan lejos, eran y son un recurso retórico. hemos expoliado una imagen entera, la hemos sujetado con clavos al epitelio de europa y nos sorprende verla caer. es tan bonito caer.
la única atenas que sé mirar es la ciudad expoliada, la mentira arqueólatra, la ley de extranjería inventada por el extranjero. otros, los mismos que se llevaron las piedras-símbolo y que tradujeron medea a cómodos fascículos, sociedad de consumo, teatro universitario, CAPITALISMO
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