jueves, 7 de mayo de 2015

cuerpo II

durante mi adolescencia tuve poco que decir sobre mi identidad. la lectura a la que me agarré era menos compleja, menos definida que el círculo desde el que se me veía. aún así. era algo palpable. sacaba buenas notas. no estudiaría ciencias políticas ni derecho. era rara. era lesbiana. estaba triste, a veces. estaba gorda y no hacía dieta.

sacaba buenas notas. me quejaba, pero no muy alto. no creía en el amor romántico ni en el sexo casual. hacía muchas cosas de las que no me daba cuenta, pero no definían mi identidad. quiero decir. no tenía claro el concepto de mi identidad porque yo sacaba buenas notas y era rara y estaba gorda y no me gustan los chicos, y así me definía frente al mundo. yo era lesbiana, no no-hetero. yo sacaba buenas notas, como clavo ardiendo. las sacaba sin esforzarme, siempre ha sido así. las saco sin esforzarme. esas notas eran quien yo era; quiero decir, esas notas me proyectaban como algo distinto de un fracaso.

pero. quiero decir. no me preocupaba parecerme a algo en un entorno donde todas las cosas se parecían entre sí. no me interesaba ser guapa y escribo esto con una honestidad que ahora me duele, por lo que significaba ser guapa. yo quería que me escuchasen y quería tener amigos y tuve muy buenos amigos. follé mucho más de lo que una chica gorda que saca buenas notas debería follar en su adolescencia. era más feliz de lo que yo quería pensar que era. o no era muy feliz. hay cosas que se han ido convirtiendo en granos de arena minúsculos. me cuesta recordarlas. me cuesta recordar no-ser-la-misma-persona.

a mí me decían que lo hacía bien y que estaba equivocada, todo a la vez. yo sacaba buenas notas, pero no iba a dirigir una empresa. yo no quería emprender nada ni tener un objetivo. a mí me faltaban sueños porque me habían dicho que sacaba buenas notas y que estaba bien y aún así no lo estaba. no me parecía a las cosas que se parecen entre sí. hay dos formas de reaccionar. la primera es la violencia no dirigida, la violencia hacia fuera, la violencia hacia los demás. ser problemático. la segunda es la violencia hacia dentro. eso se me daba bien, en la estética del no-conformismo, del oponerse sin gritar demasiado. me hice mucho daño, tanto daño como no estoy segura de ser capaz de hacerle a nadie. más daño del que me han hecho las personas que me han hecho daño.

las preguntas se han ido acumulando como pájaros que me traspasan el cuerpo. he aprendido a flotar, alejándome de la circunstancia, traspasando las palabras, intentando pronunciarme. tengo miedo, pero menos miedo que antes porque ahora sé que tengo miedo. cuando digo que no queda nada de la seguridad cómoda, quiero decir que desde hace dos años no queda nada de la seguridad cómoda. lo que no es trágico ni dramático ni terrible. lo que me ha enseñado a ser en una amplia escala de posibilidades, en un arco sobre otro arco.

me quejo más alto, me cuesta establecer vínculos reales con otras personas y aún así me dejo vincular más. soy menos cínica. estoy intentando encontrar mis pronombres.estoy intentando decir la verdad. ser otra cosa, ser muchas cosas, no ser una cosa. parecerme a mí, como siempre me he parecido a mí, pero sin la categoría de parecerse. no hacerme daño ni por dentro ni por fuera.

el sueño de romper las palabras hasta que te caes, hasta que ya no eres lo que eras; eras mucho más de lo que pensabas que eras. las cosas estaban ahí, pero las dejabas fuera. estaba bien usar solo una primera persona y ahora no lo está. palabra, pájaro, circunstancia.

no es posible salvarse siempre
menos si salvarse significa
atraer el dolor hacia dentro
dejar que el dolor
entre
más abajo del útero
el dolor como la violencia
el dolor es sagrado

pero no es posible salvarse siempre
es necesario romper
es necesario salir
y no tener miedo
de ausentarse
por meses
de la casa que hemos habitado
del cuerpo que hemos habitado

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