domingo, 12 de octubre de 2014

ver

Escribo poco porque cada vez escucho más y en este proceso de recibir se me hace terrible condenar algo a las palabras. Estoy descubriendo una parte de mí animal e intuitiva que me había dejado olvidada en alguna parte, en alguna esquina. Así que miro, oigo, palpo a oscuras, huelo y mastico, muerdo en silencio la vida, vuelvo a la vida.

Cuando me despierto por las mañanas y la luz es casi naranja, un haz inmenso en el ventanal para el que no puedo hacer o comprar cortinas. O cuando abro los yogures de vainilla que son verdaderamente de vainilla, con el polvo flotando sobre el blanco. O cuando cojo la bici y el olor industrial de los tranvías me golpea la cara. Leipzig huele al este de Berlín, huele un poco a Friedrichshain si se hace de noche.

Ya no me cuesta tanto entender las palabras. A veces, al leer un anuncio o un texto en la calle, lo asimilo simplemente, sin preguntarme si está en alemán o en inglés. Pero. Y este es el gran pero. Pero las cosas se vuelven más difíciles cuando me encuentro un texto del que desconozco el vocabulario, el contexto, la estructura sustentante que arma las palabras. Todo el tiempo así con el periódico. Leo los artículos de cultura y política como un rayo, pero no entiendo nada en economía y salud. No pasa nada. O sí. Pasa que me hace feliz aprender cada día.

No sé si viajo, pero estoy segura de que no soy una turista. Estoy segura de que a veces viajo, al menos por dentro.  Me siguen abrumando los grupos enormes de gente y la esquina de meditar, esa imagen tan torturada por el hype, no es una esquina sino un parque enorme.

La vida se siente así.

Dentro de una semana estaré en un bus de vuelta y jamás me ha gustado volver. Italia me habrá besado los párpados antes de dormir, aunque no me dormiré, aunque me quedaré siempre despierta. Habré visto las fuentes y habré follado en un ático precioso de Genova. Es muy raro tener ganas de follar otra vez, después de los meses tan complejos. Es muy raro sentirse tan deseosa de vivir. Hoy me he despertado con hambre, hambre de la que te nace en el fondo del vientre, hambre de consumir y crear. Las cosas me importan. Cada vez me tocan, me atraviesan más. Y me entran ganas de follar, de gritar de rabia, de haceros una bufanda a todos, de vestirme de hombre, de leer a Bataille en la plaza del ayuntamiento con mi ridícula fonética alemana.

Hace un año no me había imaginado que las cosas estarían así, que tantas personas me sostendrían, que me sentiría tan libre. La única rebeldía posible vuelve a ser tener ganas, sumar siempre, hacer siempre. Estoy tan feliz y orgullosa de mi cuerpo cuando responde, cuando se dobla, cuando corro los parques del sur y llego a los puentes sudorosa, cuando me corto el pelo muy cortito. Mi cuerpo responde. Mi cuerpo es una máquina perfecta y equilibrada sobre la que nadie va a venir a exhibir su moral.

Ha sido empezar a pensar en mí misma de una maldita vez y entrarme las ganas salvajes de tenderme a lxs demás. Ahora escribo muchos correos aunque mis amigxs no estén cerca, pregunto a la gente cómo está cuando siento que quiero hacerlo, no me quedo esperando. Cuanto más me vuelvo hacia mí, más capaz me siento de ir al centro de animales o pasarme a colaborar con una de las asociaciones que hay aquí. No me siento obligada a cuidar o sujetar, no me siento la madre de nadie, no me siento, en definitiva, necesitada de pagar con afecto y preocupación para sentirme valorada o capaz. El afecto se me sale, se me multiplica y más que (pre)ocuparme, me ocupo, me lleno de actividades y me vuelco a las cosas que me parecen importantes.

Hay una palabra en alemán para decir conexión, vínculo o relación que me encanta. Verbindung. Hurgando en las raíces y la estructura de la palabra, me engancho a un verbo, el verbo binden. Lo he visto traducido de mil maneras distintas, con mil connotaciones distintas. Binden sirve para atar, retener, trabar o incluso establecer un contrato. Pero también es unir, combinar o vincular. No quiero que se me olvide nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario